Lyon vs Bayern Munich | Champions League semifinal highlights | UCL on CBS Sports
El poderoso equipo alemán derrotó este miércoles 3-0
al Lyon y el domingo enfrentará al PSG.
No hay equipo más en forma en toda Europa que el
Bayern Múnich, que, ni siquiera cuando reduce su versión, parece superable para
casi nadie, este miércoles el Lyon, por unas individualidades y una pegada
imparables, como el desbordante Serge Gnabry, que transformó un inquietante 0-0
en un triunfo indudable hacia la final de la Liga de Campeones (0-3) del
próximo domingo contra el París Saint Germain en Lisboa.
El extremo hizo los dos primeros goles y Robert
Lewandowski marcó el tercero, pero no fue el aplastante equipo de cuartos de
final. Ni se acercó. Tampoco lo necesitó. No hay límites aparentes para el
bloque alemán, que siente una convicción inalterable, con una cantidad tremenda
de recursos y un físico afinado, pero hoy por hoy menos determinante que todo
el talento que tiene en sus futbolistas.
El Bayern no venció al Olympique Lyon por preparación
física. Ni por una seguridad defensiva que, más bien, fue todo lo contrario. Lo
hizo porque dispone en sus jugadores una capacidad tan diversa como
incontestable para decidir cualquier partido en cualquier momento, hasta cuando
menos se intuye, hasta cuando más dudas desprende, porque también hay veces que
no se siente tan inaccesible. Gnabry lo reafirmó este miércoles.
Era el minuto 18, cuando su diagonal desmontó toda la
estructura diseñada por Rudi García, el técnico del Lyon; desde el lado derecho
del ataque alemán hasta el izquierdo, hasta que se perfiló para soltar un
zurdazo a la escuadra inalcanzable para Anthony Lopes.
Hasta que cambió el encuentro. Ahí terminó realmente
el duelo. Ahí pasó ya bajo control del Bayern (por mucho que se relajó o
permitió en el segundo tiempo). Más aún cuando él mismo inició y culminó
también el 0-2. Primero condujo, luego abrió al centro por la banda izquierda
de Perisic y después llegó al área, oportuno para arreglar el fallido remate de
Lewandowski -hasta él falla- y agrandar la distancia.
El goleador polaco se rehizo con el 0-3 de cabeza al
borde del final. Su decimoquinta diana en la actual edición de la Liga de
Campeones. Ya desde antes (el 0-2 fue en el minuto 33) la diferencia se intuía
insalvable. No hay comparación posible en los últimos meses con el equipo
alemán, cuyo recorrido de victorias es impresionante: 20 triunfos consecutivos.
Ha sido invencible en los últimos 28 choques. Hubo
debate 17 minutos. Nada más. Porque no sólo depende de defender y atacar bien
tú, porque el Lyon lo logró durante todo el primer tramo del duelo y porque,
aparte de eso, requiere la perfección en cada ocasión, sino de que el Bayern ni
siquiera se acerque a tu portería. O al menos lo haga lo menos posible. Porque
necesita muy poco, casi nada, para golpear certero.
El Lyon es un rival incómodo. Un equipo que ha
concretado Rudi García en un compacto bloque defensivo, que se repliega y
transforma en un muro cuando su adversario le empuja hacia su territorio, y en
un vertiginoso conjunto al contragolpe, en cuanto divisa la ocasión, en cuanto
el más mínimo error ajeno le ofrece tal oportunidad. Así fue de inicio.
Lo demostró el competitivo equipo francés, que no
dispone de estrellas, pero sí de mecanismos, como el contraataque que promueve
la velocidad de Ekambi o Depay, a los que le falta la eficacia arriba que sí
tiene cada futbolista de su rival.
El atacante holandés, reivindicado para el fútbol
europeo en Lyon, asustó al Bayern, con la dificultad y el mérito que eso
supone. Él y su equipo agitaron como nadie intuía al conjunto alemán, sostenido
primero porque tiene un portero imponente, Manuel Neuer, que apagó la
imaginación de Depay hasta destinarlo a la nada en un duelo individual que ganó
por paciencia y experiencia (ya en el segundo tiempo frustró también un
cabezazo que habría sido el 1-2 con aún media hora por disputar); después por
el oportunismo de Boateng, que cortó un pase con apariencia de gol, y luego por
el poste, lo único que se opuso a la jugada de Ekambi en el minuto 16.
Había sufrido como hace tiempo no se le recuerda, pero
agarró una pelota Gnabry en diagonal, con convicción, con desborde y con gol. Y
todo se acabó para el Lyon. Es la mejor respuesta contra cualquier inquietud.
Y, en este caso, el Bayern la había sentido en toda su
expresión. Después, el partido fue suyo. El pase a la final también. Porque la
perfección defensiva y ofensiva es el único recurso para oponerse al nivel
actual del conjunto germano. Y eso, en la actualidad, está al alcance de muy
pocos. O de nadie.
Habrá que ver el París Saint Germain, su adversario en
la final del domingo en el estadio La Luz. Hasta entonces, el rol de favorito
le pertenece. Es su siguiente desafío: Neymar, Kylian Mbappé, Ángel Di María,
Mauro Icardi, Verratti... Y un equipo hoy por hoy quizá inigualable en el
potencial económico -a la vista está su millonaria inversión de los últimos
tiempos-, mucho más reconocible hasta ahora que sus éxitos deportivos en
Europa, por el poder que otorga la Champions.
Credito datos ( Opta Paolo)
Por : Santiago Valencia Diaz .
Imagen : Bayern Munich Twitter oficial
No hay comentarios.:
Publicar un comentario