Santa Fe - Millonarios : El clásico de ida de los octavos de la Copa Suramericana no dejará nada para el recuerdo. 0-0.
El primer clásico bogotano en la Copa Suramericana tuvo mucha expectativa, puso a trabajar a los estadígrafos para buscar antecedentes, abrió la ventana de los recuerdos para que los hinchas rememoraran a los buenos jugadores que pasaron por los dos clubes, generó decenas de charlas de café para recordar duelos de años atrás. Estos primeros 90 minutos del duelo entre Santa Fe y Millonarios, este martes en El Campín, difícilmente encontrarían una línea de espacio en los libros de historia.
Fue un 0-0 plano, soso, con muy poco fútbol, absolutamente cortado, poco acorde con la historia de los dos equipos, pero sí muy cercano al presente de los rojos y los azules, a los que últimamente les quema el balón. Si se tratara de cualquier otro equipo del mundo, se podría decir que ese empate sin goles beneficia a Millonarios, pero hablando de un duelo contra Santa Fe, el 2 de octubre se volverán a encontrar en el mismo escenario, no hay ventaja para nadie.
Lo de Santa Fe estaba dentro de lo esperado: al no tener casi delanteros disponibles, por la suspensión de Wilson Morelo, la ida de Ánderson Plata y la imposibilidad de utilizar a Carmelo Valencia porque ya jugó en la primera fase del torneo con América, el técnico Guillermo Sanguinetti llenó la cancha de volantes, con tres de marca, Juan Daniel Roa, Yeison Gordillo y Baldomero Perlaza, y dos abiertos, Diego Guastavino y Luis Manuel Seijas. Arriba, solo contra el mundo, estaba Arley Rodríguez.
Lo de Santa Fe estaba dentro de lo esperado: al no tener casi delanteros disponibles, por la suspensión de Wilson Morelo, la ida de Ánderson Plata y la imposibilidad de utilizar a Carmelo Valencia porque ya jugó en la primera fase del torneo con América, el técnico Guillermo Sanguinetti llenó la cancha de volantes, con tres de marca, Juan Daniel Roa, Yeison Gordillo y Baldomero Perlaza, y dos abiertos, Diego Guastavino y Luis Manuel Seijas. Arriba, solo contra el mundo, estaba Arley Rodríguez.
Millonarios salió también con la idea de esperar, según confesó al final del partido Óscar Barreto. Pero en el papel, el técnico Miguel Ángel Russo apostó por el mismo esquema de siempre, con Christian Marrugo como titular, con la idea de generar fútbol. Pero no le funcionó.
A pesar de queparecía más defensivo, Santa Fe sorprendió a Millonarios en los primeros 15 minutos. Tuvo la iniciativa, presionó arriba a su rival y lo incomodó. Millonarios difícilmente hacía tres pases seguidos. Quedó expuesto a que Santa Fe lo atacara, pero a los rojos les faltó también precisión. Santa Fe tuvo una pelota muy clara de gol, que le cayó a Perlaza dentro del área, pero el remate del mediocampista se fue por un costado del área.
La presión y la iniciativa le duraron 25 minutos a Santa Fe. A partir de ese momento, el juego era mucho más parecido a lo que se podía plantear al conocer las formaciones. Los locales aguantaban y Millonarios no encontraba ni fútbol ni espacios. Solamente un error podía cambiar la historia del partido. Los azules no lo aprovecharon: una mala devolución de Nicolás Gil y un remate sin fuerza de Óscar Barreto, que se estrelló en el cuerpo de Róbinson Zapata.
La segunda etapa fue más de lo mismo. Con un agravante: cuando el cansancio comenzó a asomar, de lado y lado, se apeló más a pegar que a jugar. Y eso que el partido se enfrió un poco durante unos cinco minutos, mientras curaban al portero visitante, Wuilker Faríñez, tras un choque con Juan Daniel Roa.
El juego se llenó de fricciones y el árbitro argentino Fernando Rapallini puso a trabajar a la protagonista de esa segunda etapa, la tarjeta amarilla. Apareció seis veces, tres para cada equipo. Y también una merecida roja para César Carrillo, de Millonarios, por una fea barrida a Luis Manuel Seijas.
Russo se acordó tardísimo, y con un jugador menos en la cancha, de que podía hacer cambios para atacar: en los últimos diez minutos, contando los seis de reposición por el corte de Faríñez, metió a Mackálister Silva y Juan Camilo Salazar. Y por el lado de Santa Fe, ni siquiera su arma histórica, la pelota quieta, le funcionó. Durante las próximas dos semanas seguiremos hablando de la historia del clásico bogotano. Este capítulo se podría dejar en blanco.
A pesar de queparecía más defensivo, Santa Fe sorprendió a Millonarios en los primeros 15 minutos. Tuvo la iniciativa, presionó arriba a su rival y lo incomodó. Millonarios difícilmente hacía tres pases seguidos. Quedó expuesto a que Santa Fe lo atacara, pero a los rojos les faltó también precisión. Santa Fe tuvo una pelota muy clara de gol, que le cayó a Perlaza dentro del área, pero el remate del mediocampista se fue por un costado del área.
La presión y la iniciativa le duraron 25 minutos a Santa Fe. A partir de ese momento, el juego era mucho más parecido a lo que se podía plantear al conocer las formaciones. Los locales aguantaban y Millonarios no encontraba ni fútbol ni espacios. Solamente un error podía cambiar la historia del partido. Los azules no lo aprovecharon: una mala devolución de Nicolás Gil y un remate sin fuerza de Óscar Barreto, que se estrelló en el cuerpo de Róbinson Zapata.
La segunda etapa fue más de lo mismo. Con un agravante: cuando el cansancio comenzó a asomar, de lado y lado, se apeló más a pegar que a jugar. Y eso que el partido se enfrió un poco durante unos cinco minutos, mientras curaban al portero visitante, Wuilker Faríñez, tras un choque con Juan Daniel Roa.
El juego se llenó de fricciones y el árbitro argentino Fernando Rapallini puso a trabajar a la protagonista de esa segunda etapa, la tarjeta amarilla. Apareció seis veces, tres para cada equipo. Y también una merecida roja para César Carrillo, de Millonarios, por una fea barrida a Luis Manuel Seijas.
Russo se acordó tardísimo, y con un jugador menos en la cancha, de que podía hacer cambios para atacar: en los últimos diez minutos, contando los seis de reposición por el corte de Faríñez, metió a Mackálister Silva y Juan Camilo Salazar. Y por el lado de Santa Fe, ni siquiera su arma histórica, la pelota quieta, le funcionó. Durante las próximas dos semanas seguiremos hablando de la historia del clásico bogotano. Este capítulo se podría dejar en blanco.
Por : Santiago Valencia Diaz .
Imagen: Infobae.com.
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